POR UN MUNDO NO GENOCIDA PATRIA DE TODOS PATRIA DE LOS POBRES
Katécon es la palabra bíblica usada por Pablo para evocar la resistencia a las fuerzas de destrucción y el freno que contiene el estallido de la iniquidad. Hoy, la alternativa al impetuoso desorden no solo está en la política, sino también en la conciencia y la acción de los pueblos. Dos compromisos prioritarios: desarme nuclear e ius migrandi
Un llamamiento a resistir a la “iniquidad” para establecer una sociedad de todos que comience por los pobres, sin más políticas de genocidio, ha recogido cientos de firmas. Los primeros signatarios son cuatro Premios Nobel de la Paz (tres de ellos son mujeres), un ex-cónsul conocido como el “Schindler argentino”, un cardenal responsable de los textos legislativos de la Santa Sede, un filósofo de la democracia y la igualdad como Luigi Ferrajoli, el presidente de Libera Don Ciotti, un psiquiatra francés, el alcalde de Palermo, Riccardo Petrella, Moni Ovadia, Fritjof Capra, teólogos, periodistas y otras personalidades internacionales.
Al final de la Segunda Guerra Mundial los pueblos juzgaron la civilización que los había llevado a esa crisis, y se dieron cuenta de cómo, con el transcurrir del tiempo, había avanzado hacia posiciones racistas, agresivas y genocidas.
En 1948, adoptaron la Convención para la Prevención y Represión del Crimen de Genocidio, término éste que significaba no solo el exterminio de un pueblo, sino también todos los actos destinados a “destruir completa o parcialmente” a un grupo humano como tal. Por lo tanto, decidieron pasar a una civilización de pueblos iguales y sin genocidio.
Sin embargo, hoy se razona, se decide y se gobierna como si esa elección no hubiera existido. Jugar a amenazarse con la bomba atómica entre Corea del Norte y los Estados Unidos significa de hecho admitir como hipótesis el genocidio de uno o más pueblos, o de todos. Pretender derrocar regímenes no deseados optando por destruirlos y asumir como daño colateral la destrucción de sus respectivos pueblos/habitantes ya es genocidio.
Poner en manos de un puñado de individuos la mayor parte de las riquezas del mundo significa activar una “economía asesina”, es decir, genocida, ya que atenta contra la vida de poblaciones enteras, excluyéndolas del mercado.
Seguir incendiando el clima y devastando la tierra significa cometer ecocidio, es decir, intercambiar las ganancias de hoy con el genocidio del mañana.
Bloquear a los migrantes y refugiados, detenerlos con muros y perros, rechazarlos con barcos y hombres armados, discriminarlos según huyan de la guerra o del hambre, y borrarlos de la vista de modo que no existan para los demás, significa fundar el futuro de la civilización sobre la cancelación del otro, que es el propósito del genocidio.
Estas prácticas, además de malvadas, son contrarias a la razón; de hecho, ninguna de ellas tiene éxito, mientras que las opciones opuestas serían mucho más efectivas y ventajosas, posibles y políticamente capaces de obtener consenso.
Con respecto al pueblo de migrantes, compuesto por muchas naciones, la ilusión de preservar la civilización descartando determinadas partes del mundo es particularmente desafortunada, porque negarse a acomodar e integrar a los migrantes y refugiados los convierte en clandestinos al considerarlos culpables no de un hecho , sino de una existencia.
La consecuencia es que los mismos estados de derecho y basados en la democracia constitucional se traicionan a sí mismos porque junto a los ciudadanos respetuosos de la ley concentran a masas de personas ilegales, legalmente invisibles y por lo tanto expuestas a cualquier hostigamiento y explotación, aunque todos compartan no solo la misma tierra sino también la misma sangre.
Tal situación parece evocar y actualizar lo que en los albores del cristianismo describió el apóstol Pablo como “el misterio de la angustia”, es decir, la pérdida de toda ley y la pretensión del hombre y del poder “sin ley” de colocarse por encima de todo y afirmarse a sí mismo como Dios.
En esa misma intuición de origen cristiano, sin embargo, se anunciaba también un katécon, una resistencia, una voluntad antagónica, que retendría y frenaría las fuerzas de la destrucción[1] e impediría el triunfo del final, allanando el camino para la resolución de la crisis.
Como quiera que se interprete esta antigua palabra, afirmamos la urgencia de que los pueblos expresen tal resistencia y ejerciten este freno, como ya sucediera en el siglo XX, cuando el movimiento por la paz en todo el mundo, interponiéndose de manera no violenta entre los misiles nucleares por un lado y la humanidad condenada al exterminio por el otro, logró eliminar la amenaza y evitar la guerra atómica.
Dos compromisos prioritarios
Dos parecen ser hoy los compromisos prioritarios de esta resistencia a través de la acción[2]:
1. Luchar para que las Potencias nucleares simultaneamente firmen e implementen el Tratado de las Naciones Unidas para la Prohibición de las Armas Nucleares, al cual ya han adherido la mayoría de las naciones;
2. Luchar por el reconocimiento y la implementación, a través de políticas graduales y programadas, del derecho universal a migrar y establecerse en el lugar más adecuado para vivir la propia vida.
El ius migrandi, uno de los primeros “derechos naturales” proclamados por la modernidad, es el instrumento para una profunda renovación económica y social, así como el más incisivo modelador de la nueva identidad de una sociedad mundializada con una humanidad finalmente unida y guardiana de la Tierra que le ha sido concedida como madre.
Lo que se espera con el presente llamamiento es que esta visión del mundo y de la civilización del mañana no solo se exprese como un ideal, sino que se asuma como una tarea, se convierta en resistencia y acción, llegue a constituir un “movimiento”.
16 de octubre de 2017
[1] “Y ahora conocéis lo que lo retiene (katécon)”, 2 Tess. 2, 7-8.[2] “Pensarás exclusivamente en aquello de lo cual responderás a través de la acción”, D. Bonhoeffer, Resistenza e resa, 1969, Milano, p. 235.
Firmas
1. Adolfo Perez Esquivel, Premio Nobel per la pace 1980, (difensore dei diritti umani contro gli aguzzini, i voli della morte e il genocidio), Argentina,
2. Shirin Ebady, Premio Nobel per la Pace 2003, (leader nella lotta per i diritti delle donne, delle bambine, dei bambini), Iran,
3. Jodi Williams, Premio Nobel per la Pace 1997 (promotrice abolizione mine antiuomo, presidente del Nobel Women’s Initiative), USA,
4. Mairead Corrigan-Maguire Premio Nobel per la Pace 1976 (fondatrice con Betti Williams del Northern Ireland Peace Movement), Regno Unito,
5. Enrico Calamai, ex console nel Paese dei “desparecidos”, noto come “lo Schindler argentino”,
6. Francesco Coccopalmerio, cardinale presidente del Consiglio per i testi legislativi,
7. Luigi Ferrajoli, filosofo del diritto,
8. don Luigi Ciotti, fondatore del Gruppo Abele e Presidente di Libera,
9. Leoluca Orlando, sindaco di Palermo,
10. Riccardo Petrella, promotore del Gruppo di Lisbona, del patto sull’acqua e della “Carta dell’umanità”
11. Raniero La Valle, giornalista,
12. Grazia Tuzi, Prof, Università La Sapienza, Roma
13. Fiorella Mannoia, cantante, Roma
14. Fritjof Capra, scienziato, studioso di teoria dei sistemi, Berkeley (California) e Schumaker College (Regno Unito)
15. Lorenza Carlassare, costituzionalista, Padova
Vedi le altre firme al link: https://www.chiesadituttichiesadeipoveri.it/per-un-mondo-non-genocida-patria-di-tutti-patria-dei-poveri-2/
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